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Nos siguen vetando a uno de los parajes más bellos..

  • Foto del escritor: La Ardilla Viajera
    La Ardilla Viajera
  • 14 dic 2020
  • 6 Min. de lectura


El domingo empieza temprano. Parece el día de reyes, pero con mascarilla.

Pantalón térmico, el nuevo vaquero con protección kevlar. Las nuevas botas de invierno. Hoy casi voy de estreno pues estos meses de desidia pandemica a dado para pintar la fachada de la casa, dos dormitorios y mirar y remirar durante horas y horas aquellos accesorios que hacen completar el armario infinito de un motero. Tengo que mirar y remirar mucho pues la motocicleta es un artículo de lujo para mi y sobretodo para mi economía. No obstante amortizo, cuido y disfruto cada calcetín, neumático, protección o chaqueta de cordura que me ayude a salir a rodar con Olivia.

Aparte llevo un par de Chirucas, bastón de trekking y mochila con bocatas pues uno de los mejores senderos que puedas disfrutas lo tengo a tiro y quizás me de una caminata.


De nuevo, -Olivia creo que ya apunta con su faro hacia allí cuando la saco de la cochera- pongo rumbo noreste hacia el Parque Natura de Cazorla, Segura y Las Villas.

Acaban de abrir una ventana en este confinamiento y podemos, después de más de un mes, movernos al menos dentro de la provincia.

Por suerte esta es una de la provincias más extensas he ir a cualquier lugar nos ocupa toda una jornada y, como en este caso, más de 330 km.


No quiero líos, conducir en un principio sin prisa y atolladeros mentales, ya bastantes tenemos a diario con este maldito virus. Bailén, Linares, Torreperogil, por autovía. Hoy es domingo, hace sol, y en plena campaña de la recogida de la aceituna las carreteras comarcales están pobladas de tractores, Land Rover cuaternarios y treinta coches detrás en procesión, y solo quiero conducir a Olivia y llegar a mi destino.


Esta vez me voy por Peal de Becerro para deleitarme con el mosaico de azulejo andaluz que es Cazorla allí empotrada en aquella pared. Pared vertical hasta el cielo, montañosa y arrugada, y que te encuentras con ella de repente.

Su empinado relieve hace que te tengas que agarrar al manillar con fuerza como si fuera unos crampones que clavas en el hielo hasta llegar a la plaza.

Giro la rotonda y a la derecha, hacia el parque natural. Antes, el recuerdo, el aroma y sabor de aquellos paquetes de "Montecristo y Habanos" que compraba en el estanco de esa plazuela hace muchos años ya y la mirada hacia arriba buscando el castillo de la Yedra (La Iruela), sin duda fotogramas que se me han quedado marcados a fuego en esta memoria regulera que tengo.

Puedo cerrar los ojos, y desde esta glorieta en mitad del pueblo de Cazorla llevarte los 62 km que hay hasta la cabecera del Pantano del Tranco sin problemas. Son muchos los años que llevo viniendo aquí.

Paso Burunchel y los ojos se van hacia la caseta y barrera (levantada hace muchos años) que daba la entrada al P.N. decir que yo viví aquellos tiempos cuando el guarda te tomaba nota la de matricula y del dni y levantaba esa barrera para que pudiera pasar a este espacio natural.



El zigzagueo y las doce curvas de herradura te llevan a lo alto del Puerto de Las Palomas. Cuando cruzas el collado la cabeza gira por sí sola hacia la izquierda y el valle de la Sierra de Cazorla te empieza a guiñar el ojo de la forma más sensual y natural que te puedas imaginar.

Parada obligatoria en el Mirador de Las Palomas. Una visual del valle hasta que te de la vista o los prismáticos, fotografía de rigor, y diez segundos que te guardas para ti contemplado esta postal, hoy de olor y del sonido del agua desparramada por los veneros como si de venas abiertas en canal se tratara, tres buitres leonados volaban por debajo de este mirador y se posan en un saliente a tomar el sol, pocas veces le ves el lomo a un buitre volando.



Me voy a la Cerrá (Cerrada) del Utrero, el salto de linarejos o la cola caballo, está brotando agua y es un espectáculo, el río Guadalquivir se desborda en la antigua presa eléctrica.


La Cerrada del Utrero es un paseo circular el cual puedes hacer con los avíos moteros pues no conlleva dificultad alguna y así puedes sentir como el agua ruge a pocos metros de ti. Te dejo el vídeo y así salivas de gusto un rato que siempre viene y bien un deshago mental en estos tiempos tan delicados que nos ha tocado lidiar.



Salgo de este paseo con el reencuentro de la memoria y tengo varias cosas claras: Hay mucha gente. Se agradece que la gente valore este espacio natural, aunque muchos vayan perdidos y realmente no sepan o tengan conciencia de donde están y valor natural por el cual transitan. Los moteros van con mucha prisa, imagino que hoy hay mucho que ver y poco tiempo. Y una cosa tengo clara, os quiero mostrar el próximo destino y denuncia.


Recto, cruzando el puente, a 150 m de la Cerrada del Utrero, a la derecha, el pobre asfalto se convierte en un hálito de color gris con multitud de baches y una gravilla descamisada que hace la conducción dificultosa. Este parque natural no es agradable con la circulación de vehículos y menos aún para las motocicletas.

A pocos kilómetros se encuentra uno de los enclaves más hermosos y visitados: El Puente de Las Herrerías.



El Puente de Las Herrerías es final y el principio.

Final, allí termina el poco del gris asfalto que traigo y te recibe una área recreativa bien acondicionada y un río Gualdaquivir hoy con sus aguas enrabietadas, y con sus pozas en el que hacen las delicias de muchas personas que vienen huyendo de los meses que el calor se deja caer como el plomo.

Y ES EL FINAL PARA LAS MOTOCICLETAS.


Principio, desde ahí se va hasta uno de los lugares mas carismáticos de la provincia de Jaén, y si me apuras, de Andalucía.

Desde El Puente de Las Herrerías sale la pista hasta el NACIMIENTO DEL RÍO GUADALQUIVIR.


Y LAS MOTOCICLETAS TIENEN PROHIBIDA SU ACCESO, SU CIRCULACIÓN.

(os dejo este vídeo)





Ya sí, los planes de usar las Chiruca y el bastón se quedan para otro día, pero sigo con lo establecido y cruzo el valle hasta la cabecera del Pantano del Tranco.

En Arroyo Frío hablo con unos amigos que regentan un Hotel, hacía mucho que no los veía.

Serpenteo por la mal nutrida arteria principal de este P.N. y cuando llego al Centro de Interpretación La Torre Vinagre, giro casi 180º a la derecha y me encamino hacia el río Borosa.




El parking del comienzo del sendero lleno, era de esperar, son las 2 de la tarde y ya no tengo tiempo de hacer esta caminata que te lleva hasta otro idílico lugar, media vuelta y a buscar lugar para el avituallamiento.

Si a la escasa demanda hostelera que hay en invierno en estos lares le sumas la pandemia y restricciones que tenemos, lo mejor que puedes hacer es lo que hice, y es lo que siempre suelo hacer cuando vengo por aquí solo. Mochila, bocata y refrigerio. Por suerte este valle está salpicado de numerosos merenderos y espacios destinados a estos menesteres. Escogí, el rincón de los gatos para coger fuerzas.



Regreso ya con la cabeza puesta en la retorcida carretera y disfrutando de Olivia cuando surge ese momento que parece que es ella la que te lleva a ti (aquí recuerdo al bueno de Roberto Naverias de Viajoenmoto.com) por las "aterciopeladas curvas", busco el Pantano del Tranco y su cabecera.


Toda este desparrame de agua que estoy disfrutando hoy se queda en cuatro lágrimas por la mejilla de este pantano. Seco, raquítico de agua y piadoso de lluvia desde hace años. Este es un pantano de capacidad media alta, ronda los 500 hm y a día de hoy está solo al 30% de capacidad.

No soy muy creyente, pero si llegara un diluvio liviano de 40 días y sus 40 noches, eso que agradeceríamos en esta tierra que ya no está quebrada como dicen su folclore y leyendas, que ya está cuarteada y ahogada en un manto seco y polvoriento. Falta hace el liquido elemento.



No quiero pensar en lo que vendrá en los próximos días y meses, que sea lo que tenga que ser. Conduzco y trazo curvas por una carretera archiconocida y solo espero que estas curvas nunca terminen.


A medida que el olivo se apropia del paisaje regresa la realidad.

Viejos Nissan Patrol y viejos Land Rovercon su humo negro incrustado en su exhalación ya se encaminan hacia sus casas tras la jornada de aceituna, pocos kilómetros en los que tengo que adelantar a esta procesión diaria.


Paso por Villacarrillo y miro a la izquierda, y recuerdo al bueno de Juan. En mi ultima escapada en moto en verano lo visité, le compré un décimo de lotería, y nos dimos un abrazo, un hasta luego. Siempre que pase por Villacarrillo miraré hacia la casa del PSK, siempre. Madre mía si toca ese décimo..!!


Ya rondo los 300 km este domingo, y ahora me acuerdo de las familia Pámanes o Márquez y de esos asientos tapizados extra de gel y extra de bordados con extra confort que tanto anhelan mis posaderas. Últimamente me acuerdo mucho de ellos, será que a los veinte años se endurece la piel y la bella Olivia me protesta y su protesta me castiga el alma.


No quiero más líos y me incorporo a la autovía dirección Jaén y lo hago por Baeza y Mancha Real. Y sin querer, dibujo unas alas, o el símbolo del infinito en el mapa del recorrido de hoy, y a la vez, contemplo Sierra Mágina, y de nuevo me empiezo a enamorar.



Pedro wiwi Martos

La Ardilla viajera.

Asoc. Mototurística La Ardilla Vuelve






 
 
 

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