Demasiadas cosas en el Tintero: La TT 2022
- La Ardilla Viajera
- 24 jun 2022
- 8 Min. de lectura
Para el qué no lo sepa. Esto es el Turist Trophy de la Isla de Man.
La TT
Dejamos el viaje que traíamos de Escocia embarcando desde Liverpool al ferry que nos llevará hasta Douglas, capital de la Isla de Man.
Ni que decir tiene que la emoción se dispara cuando te ves inmerso entre tanto motorista mientras conduzco a Olivia a la bodega de este barco que nos llevará hacia el objetivo principal y protagonista de este viaje, una carrera de motos.
Una vez amarrada mi vieja Olivia, respirando el momento en aquella bodega repleta de motocicletas con el mismo fin, todo se resuelve así, un abrazo, un apretón de manos con los compañeros de este viaje, un suspiro que alivia la emoción tensa de mí corazón. Y cuando se cierran las puertas y subimos al pasaje, todo está repleto de monos de cuero amarrados por la cintura, chaquetas de cordura y bolsas de cascos por los suelos del este barco, la indiscutible bandera y logo de la Isla de Man por todos lados, y alguna pinta de cerveza que otra. Ahora sí, ya estamos en nuestro pit-line, en nuestros boxes. Ya solo se habla de carreras de motos de la TT, y estoy en mitad del mar.
Sí, en mitad del mar un “Aceitunero alTTivo”
Llegamos a Douglas muy de noche. Dormir, dormir, dormir. Descansar.
A la mañana siguiente sin casi asimilar donde estábamos, ya circulábamos con nuestras motos por lo que es el trazado de este circuito.
El trazado discurre por parte de la carretera de esta isla, y ahí andábamos, casi sin darnos cuenta, cogiendo las curvas y rectas que los pilotos esa tarde trazarían a casi 300 kmh.
Nos ubicamos, nos centramos en nuestros propósitos en los varios días que íbamos a pasar allí en mitad de esa vorágine. Y fue entonces cuando asimilé donde estaba, por fin respiré el mítico TT en la Isla de Man.
Siempre me presento como el “pesao” de La Ardilla ya lo sabéis, pero es que lo que lo que estoy viviendo desde que me subí en esta vieja moto verde y me involucré con el proyecto de La Ardilla Vuelve es una locura, y para bueno me está sobrepasando en todos los sentidos: conocer gente, conocer lugares y eventos, vivir situaciones que no han hecho otra cosa que alegrar mi corazón.
Pues allí, en el primer día en la isla, y ya estaba dando abrazos con conocidos que también fueron a disfrutar de esta excepcional carrera de motocicletas.
El gran Manuel del Puerto de Santa María, el bueno de Ángel Calero (Africa) y la gente de Más Gas Club Córdoba, Mateo- Angel-José Antonio- Manolo y todos y todás los de ese club que tanto quiero y que de nuevo nos veíamos en otro lío motero, escribiré de ellos pronto claro está, tienen una invernal que es mi devoción. Conocí al “Er Picha” también allí, en la zona de fiesta (donde sino) del paddock, y aunque hablé con él no pude ver a Jose (Tochiins Ki) y darle las gracias por toda la información que me regaló respecto a los entresijos de esta carrera tan particular. Nos veremos pronto amigo Jose, seguro.
Seguramente me crucé con Helga y Jose Luís Ovi y su grupo algún día en isla, pero es que el devenir de esos momentos nos traían de cabeza. No vi a mi hermano Ángel (el nano), ni Antonio (Málaga en Moto) por un par de días, pero sé que los veré pronto. Y también escribiré de Ángel y esa Iron MotorBiker’s Andalucía que me tiene loco.
Turisteo por la isla cuando no había carreras, y a las carreras cuando había carreras.
Pasee la bandera de La Ardilla Vuelve con mucha emoción y orgullo allí por dónde iba, por los lugares emblemáticos del circuito. Llevo tres o cuatro años en esto y creo que mi tótem empieza a ser importante.
Recorrí el domingo La Ruta en honor a los pilotos caídos y fue un gran momento que me llevo a mi cajón de los buenos recuerdos. Sentido el saludo recibido por las cientos y cientos de personas que llenaban los núcleos urbanos o puntos estratégicos del circuito al paso de estas casi miles, diría, de motos que participamos en este sentido homenaje a estos pilotos.
Visitar la Isla de Man, empaparse de un lugar con una tradición increíble a esta carrera. Conocer su historia. Pensad que es una pequeña isla en mitad de dos islas con mucho trajín histórico.
Estar en esos lugares emblemáticos que veía de niño en esos documentales entrecortados que llegaban escuetos a la televisión, o ya en los últimos años, gracias a las redes sociales empaparme de esos saltos, curvas imposibles, muros, pasos urbanos, y sentir la velocidad a la alcance de la mano, de la cara. Allí estaba yo, Olivia y la bandera de La Ardilla Vuelve.
El primer día, tras un merecido descanso nos metemos dentro del recorrido y visitamos y paramos allí donde se amontonan ya moteros y hablamos, saludamos y el cosquilleo ya se nota bajo la chaqueta de la moto.
Hemos circulado por lo que es el circuito, 50 km de trazado y llegado al paddock.
Por la tarde son los entrenamientos libres y Fran ya ha visto la posibilidad de ver la prueba en varios puntos.
Nos situamos en una curva a la que la llaman coloquialmente, The Bitch (la puta).
Luego vemos un punto fascinante, la subida a Ramsey que llega a una curva de 180º y reducen y aceleran como bestias.
Nos sobrecoge los sidecars, menuda locura. Kate’s Cottage nos regala una larga recta hasta la curva cerrada a derechas en el conocido garito Creg-ny-Baa. Aquí los sidecars y motos trabajan duro. Es realmente flipante la labor del copiloto del sidecar, como se mueve en ese cubículo, como gestiona la posición dentro de este triciclo deportivo.
Cena y la cerveza acompaña la interminable conversación de ese día.
El segundo día paseamos y conocimos la ciudad de Douglas,
Por la tarde fuimos a uno los lugares más buscados del circuito. Fuimos a Ballaugh, el salto por excelencia, y no todos los días se toma uno una pinta en el mítico The Raven.
Que locura, calles, puentes, muros, semáforos, casas. Pasamos por núcleos urbanos como si nada y los pilotos vuelan con sus monturas allí. Menuda carrera esta..!!
El tercer día me lo tomo con calma, tenía algo pendiente en un lugar que quería visitar, y la cosa vino rodada tras pasar esa jornada con un buen amigo charlando y viviendo el lugar y el momento.
En Bungalow está la escultura de la leyenda Joey Dunlop y le debía un sentido homenaje y respeto. El rey de la montaña le apoda, aunque su sobrino Michael le está pisando los talones. Otro establecimiento mítico se alza en ese lugar, y pasar un rato entre sus paredes fue toda una verdadera gozada. Posé la bandera la Ardilla en el Victory Café.
Gran lugar para ver la competición. Una chicane con la subida a fondo la montaña engranando a tope hasta la última marcha. Todo un espectáculo joder, y al alcance de la mano.
El cuarto día es clasificación de Superbike, pero esa mañana, el clima que se había portado genial en este viaje, viene revuelto. Llueve un poco y en la montaña hace niebla. La prueba se traslada a la tarde.
Aprovechamos y visitamos el impresionante museo del motor de la Isla de Man, una colección privada de muchos quilates y vamos al pintoresco pueblo de Peel.
La tarde promete y vamos a un punto del circuito donde se experimenta la velocidad pura seguida de un giro a izquierda con un rasante o bache bastante peliagudo, y todo esto sin aminorar la velocidad. Se nota que es clasificación. Aquí está la esencia de esta carrera. Tocas, hueles, sientes la velocidad en la cara, en las manos. Aquí nadie se deja nada. El ir deprisa te mantiene concentrado, porque un despiste en esta carrera no te da una segunda oportunidad, por eso pilotan de esta manera.
Todo un espectáculo Barregarrow.
El sábado es nuestro quinto día, y es día de carrera. Superbike se resuelve esa mañana de sábado, y el sol ha salido con fuerza para disfrutar de la carrera.
Disponemos varios puntos para verla en diferente lugares y bien temprano nos situamos en Bray Hill para ver pasar y ver tocar en el fondo de la moto en ese rasante a más de 280 kmh. No olvidemos que es una calle de la ciudad de Douglas.
Nos movemos hacia otro punto y está repleto de gente. Todo el circuito, todos los lugares, desde muy temprano se llena de aficionados apostados en estos sitios para poder ver el paso de estos pilotos dándolo todo.
Menuda recta llega hasta Governors Bridge y vaya curva a derechas. Todo un reto.
Terminamos en la zona del Paddock viendo a los ganadores y disfrutando del ambiente tras la carrera.
El domingo es jornada de descanso, pero muy temprano me incorporo a la Ruta que hay todos los años ese día de descanso en honor de los pilotos caídos.
De nuevo los pelos como escarpias al comprobar la ovación que la gente muestra al paso de este muy numeroso grupo de motos. Ya sean en las localidades donde transcurre el circuito, o en los lugares más señalados del trazado, todo está repleto de personas aplaudiendo el paso de la Ruta de Motocicletas.
Paro en la meta de este circuito urbano en Douglas y me dedico unos instantes para mí y para saborear esta experiencia.
Allí solo sentado en la grada de la recta de meta doy gracias por este sueño de viaje cumplido.
Gracias a mi mujer, a mi familia, a La Ardilla Vuelve, estoy metido dentro de algo que soñé un día y se me quedó agarrado ahí en la parte de atrás de la estantería de los deseos hasta que hoy se ha resuelto viviéndolo en primera persona.
Porque el viaje tiene sentido cuando las cosas y sitios pasan por ti, y no cuando tú pasas por ellas, por eso saboreo y me empapo de ese momento y de ese lugar, de lo vivido hasta ahora, y allí, en la grada de meta de la TT miro al cielo y doy gracias.
Desde Jaén un aceitunero alTTivo en la Isla de Man.
Regreso con algunos compañeros y pasamos el día recorriendo Douglas y preparando finalmente el equipaje para vuelta.
El lunes es día de carrera, pero el ferry sale al mediodía y ya que cierran carreteras tenemos que dejar las motos dentro del puerto, hay que movilizarse bien temprano.
El regreso a Liverpool se hace diferente. El cansancio, el bajón de adrenalina, la añoranza ya por algo que se acaba. Poca broma y risoteo se oye en el pasaje de vuelta.
La cosa se animó cuando llegamos al hotel tras dejar las motos en el remolque que nos las traen de vuelta y comprobé que a menos de doce minutos andando se encuentra el mítico garito The Cavern (La Caverna), el lugar donde lo Beatles tocaron su primer concierto cuando eran unos imberbes muchachuelos con un par de guitarras en sus manos.
Sí vamos a cenar, pero después voy a este lugar. Seguro.
Y así terminé este periplo. Por las calles de Liverpool cantando y disfrutando de la música en directo y visitando otro templo, esta vez del Rock, The Cavern
Fui el primero en coger el avión esa madrugada y el último en acostarme.
Gasolina y Escarcha...!!
La Ardilla Vuelve.
Desde aquí felicito a Viajo en Moto y a Fran Pardo por su trabajo y mando un saludo y un abrazo fuerte a los compañeros de este viaje, y en especial a LuisMa, el señor Jordi y al bueno de Gabriel. Espero veros pronto en otro lio de estos.
Pedro wiwi.
Presidente de la Asociación Mototúristica La Ardilla Vuelve.
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