1 de enero de 2020
- La Ardilla Viajera
- 3 ene 2020
- 5 Min. de lectura
Ante todo tranquilidad y calma.
Fiestas, familiares, amigos, compañeros de trabajo, uvas, Papá Noel, regalos, más regalos, más colas, tiempo perdido, gente, resaca, otra cerveza….estos y otros cientos son, muchas veces, “los contras” de la Navidad. Y no es que yo sea ese Grinch que predica con maldiciones y mal genio en estas fechas. Al contrario, me gustan estas fechas las vivo y me divierto mucho. Pero si es cierto que de unos años aquí busco la tranquilidad y el equilibrio para mis objetivos y el resultado es tan fácil que me asusta.
Llevo tiempo no pensando en el tiempo, llevo tiempo haciendo caso omiso al tiempo, pues hace tiempo que me di cuenta que el tiempo no puedo dominarlo, además, que es tontería, que ya he fracasado muchas veces en el intento. Así que asumí que luchar contra el tiempo, es tiempo perdido. Siempre gana el. Me da igual lo que pase dentro de cinco minutos. Me da igual porque sé perfectamente que no sabré jamás lo que va a pasar dentro de cinco minutos. Y lo acepto.
Me ganó el tiempo la batalla que tenemos con el tiempo.
Lo que sea será.
Las uvas de este fin de año se alargaron hasta casi el alba. El canto del gallo (que cantara Radio Futura) me llevo a dormir al son de los siete tañidos que espetaba la campana, que siete horas antes nos tenía embelesados debajo de ella comiendo las doce uvas correspondientes al último toque de queda del año pasado. Veis, pasado. No han pasado ni siete horas, y ya es pasado, ya fue el año pasado, ya fue la década pasada. Por eso superé mi problema con tiempo.
Este año abro los ojos y no me duele nada, la cabeza la tengo en mi sitio y el sol resplandece en la calle. En mi casa duermen, anoche la nochevieja se celebró de manera muy especial, pero el día nuevo de hoy 1 de enero tiene una sonrisa de oreja a oreja, o al menos eso me lo parece a mí.
Ante todo calma y tranquilidad.
Aún con la cabeza despejada de jaquecas resacosas y la mirada limpia como este primer día del año, me revolotean pájaros y reconcomes y diferentes cuestiones que por el breve tiempo de una milésima de segundo me agitan la angustia y la desesperación.
89 curvas a izquierdas y 103 curvas a derechas son las suficientes para que la vida se equilibre y llegas hasta un sol que mañana no será el mismo, pero que hoy si me lo he regalado a la vista y sobre todo, al corazón.
Suerte de tecnología la que tenemos hoy en día. Un wasap, y a las 16.00 h marchábamos un amigo y yo en busca de estas 89 curvas a izquierdas y las 103 a derechas que anhelo para que me reparen el desasosiego de la agitación febril de la angustia y desesperación que he sufrido durante esa eterna milésima de segundo.
Subimos y trepamos esta sinuosa carretera y el tiempo se detiene en cada curva, el tiempo en todos sus géneros, pasado presente y futuro desaparece mientras tu cabeza toma la sabia decisión de entrar de una manera u otra en la curva, y ya, automáticamente, piensas en las siguientes curvas enlazadas y te colocas en el asiento de la moto y reduces, y el dedo en el freno apunto, y aceleras, y el tiempo no existe, y frenas y el tiempo se detiene porque en este preciso momento el tiempo no es importante aquí, esta vez los grados de esta curva superan con creces los 150 y te ha llegado de repente y el mundo deja de girar hasta que la moto la metes por el lugar y la velocidad correcta en esta estrecha carretera.
Ante todo calma y tranquilidad.
Respirar. Amor y Pasión. Un verbo y dos sustantivos fundamentales en mi vida. Tanto que se llevan casi todos los deseos en las uvas que comí la noche de antes debajo de la campana del campanario de la iglesia de mi barrio. He de reconocer que la uva de la séptima campanada de estas doce la destino a la Salud, otro deseo con el cual llevo de pelea mucho tiempo. Todo ese tiempo que dejé de pelarme con el tiempo se lo destino a la salud y ojalá le gane como al tiempo, que aún ganando el tiempo su batalla conmigo me siento el vencido más liberado de la tierra.
Respirar, Amor, Pasión y Salud. Cada curva que trazo, cada metro que avanzo hasta este sol del primer día del año, eso que le gano a esa eterna milésima de segundo que tanta puñeta me hizo hace un rato.
Respirar, muchas veces se nos olvida lo importante que es respirar, y lo sé por experiencia. Joder, respirar es vivir, y respirar sin ataduras y limpiamente es libertad. Y si te paras a pensar esto que escribo, ya te garraspea la garganta, y muchos estáis tosiendo un poco pues el oxígeno que exhaláis no es puro, y no sale libremente de vuestros pulmones. Y hasta alguna vez se nos ha hecho bola y casi nos asfixia. Por eso la importancia de respirar sin ataduras y limpiamente. Es vida, es ganarle al tiempo esta batalla perdida que tengo con el perdiéndole el miedo.
Amor. Ya lo dice la canción de este vídeo “all you need is love” (todo lo que necesitas es amor) ni dos palabras más, cada cual vive el amor a su manera, pero sé perfectamente que está ahí, aunque algunos os empeñéis en esconderlo, se os ve, lo siento, sacarlo, hacéis el ridículo intentando disimularlo. El amor no se pesa o se cuantifica, pero está ahí, como el olor que desprende la hierba tras una tormenta, como las lágrimas de emoción empapando tu cara, como la sonrisa de un bebe. No se pesa, no se puede catalogar, etiquetar y cuantificar, pero todo esto está ahí y tiene mucho valor.
Pasión. Oír el buzón que se abre cuando llega el cartero, cerrar un libro tras una frase que te ha retorcido el alma, saborear la fruta que has sembrado con tus manos, ver como pedalea sola tu hija los primero metros en bicicleta, agachar la cabeza y no levantarla hasta que no termines de escribir una historia, un cuento. La pasión detiene el tiempo, el sigue su ritmo al compás de sus segundos, pero la pasión se alimenta de otro tiempo, de otro espacio.
Salud. La salud es vida, y la vida es tiempo, y cuanta más salud tengas, más tiempo tienes para poder mandar al carajo al tiempo y no depender de el.
Llegar de nuevo al Alto de la Pandera y recorrer esas 89 curvas a izquierdas y las 103 a derechas hasta el sol de este primer día del 2020 han hecho que la mitad de los deseos que anoche se llevó las uvas de las campanadas se cumplieran en esta acción,
Por eso, seguiré empeñado en este 2020 en mí cabezonería de seguir montado en mi motocicleta.
Y como el tiempo es un bellaco, las dos mejores fotografías están al final del vídeo.
Feliz 2020, viajar en moto, olvidaros del tiempo, ya ha pasado.
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